La Región de Los Lagos ha sido considerada históricamente un territorio periférico respecto a la violencia que afecta a la Macrozona Sur. Sin embargo, el informe del Observatorio del Crimen Organizado y Terrorismo (OCRIT) de la Universidad Andrés Bello, elaborado tras tres años de Estado de Emergencia en Biobío y La Araucanía, evidencia un desplazamiento parcial del conflicto hacia regiones vecinas, como Los Ríos y Los Lagos.
Disminuyen las denuncias, pero aumentan los focos de riesgo
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Las denuncias por violencia rural disminuyeron un 33,3% en Los Lagos (de 45 a 30 casos), aunque con cifras absolutas bajas.
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No se registraron homicidios en la región ni antes ni después del Estado de Emergencia.
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El número de lesionados subió levemente de 3 a 4 casos, con Llanquihue pasando de 0 a 3 lesionados.
Usurpaciones y destrucción de bienes: Osorno se convierte en un foco emergente
Usurpaciones:
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Subieron 56% en la región (de 9 a 14 casos).
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En Osorno, el alza fue de 117% (de 6 a 13), el mayor incremento de la macrozona.
Vehículos destruidos:
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En Los Lagos aumentaron de 12 a 24 casos (+100%).
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En Osorno, el salto fue aún mayor: de 9 a 24 casos (+167%), convirtiéndola en la provincia más afectada.
Inmuebles e infraestructura dañada:
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En Los Lagos, los casos subieron de 1 a 4 (+300%).
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Osorno pasó de 0 a 4 casos, mientras que Llanquihue bajó de 1 a 0.
Maquinarias destruidas:
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A nivel regional hubo una leve baja del 14% (de 22 a 19).
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Sin embargo, en Osorno los incidentes subieron un 12%, y en Llanquihue se redujeron a 0.
Resistencia Kunko-Williche: Nuevo actor radical en Los Lagos
El informe confirma la aparición en Osorno de la Resistencia Kunko-Williche (R.K.W.), grupo radical activo desde 2023, que se ha adjudicado al menos dos atentados incendiarios en predios forestales, destruyendo maquinaria y camiones. Sus acciones están motivadas por la reivindicación territorial del pueblo williche y la oposición a empresas forestales.
El conflicto se adapta y se expande
Aunque la Región de Los Lagos no ha sido intervenida por el Estado de Emergencia, las cifras reflejan un desplazamiento geográfico del conflicto hacia sectores con menor presencia estatal. Osorno, en particular, muestra síntomas preocupantes de esta expansión.