El verano ya se vive y eso genera una serie de cambios en la alimentación, se opta por alimentos más frescos, que ayuden a contrarrestar las altas temperaturas. Sin embargo, estos cambios pueden generar algún tipo de riesgo para nuestra salud, ya que el calor puede ocasionar el desarrollo de bacterias en los alimentos, lo que podría ocasionar enfermedades.
Las enfermedades transmitidas por alimentos (ETA) se originan al consumir alimentos o agua contaminados con agentes como parásitos, virus, protozoos, bacterias o sus toxinas. Estos elementos pueden afectar a quienes los ingieren, dando lugar a alteraciones que van desde problemas gastrointestinales leves hasta cuadros de deshidratación y desequilibrio electrolítico grave, poniendo en riesgo la vida humana. Es crucial cuidar la preparación, almacenamiento, manipulación y cocción de los alimentos que consumimos.
Elizabeth Luna, nutricionista, señala que estas enfermedades pueden deberse a la aparición de sustancias tóxicas en el tejido animal o vegetal, sustancias añadidas como plaguicidas, contaminación por carcasas de aves como Salmonella o Campylobacter, alimentos mal procesados, contaminación cruzada (por ejemplo, el Estafilococo) o productos contaminados debido a la falta de cocción.
“Factores determinantes para adquirir estas enfermedades incluyen fallas en la cadena de frío, riesgo al conservar alimentos a temperatura ambiente, almacenamiento inadecuado, preparación de productos crudos con materias primas contaminadas, uso de utensilios de cocina sucios o que contengan sustancias tóxicas, utilización de agua no potable o manipulación poco higiénica de los alimentos”, explica Luna.
Por este motivo, se entregan diversas recomendaciones para evitar las temidas enfermedades transmitidas por alimentos, como por ejemplo, lavar frutas y hortalizas antes de cocinar, mantener la higiene de manos antes y durante la preparación, así como limpiar adecuadamente superficies y utensilios.
“Recomendamos cubrir o tapar los alimentos para protegerlos de insectos o mascotas, separar alimentos crudos de los cocidos y ocupar utensilios diferentes para manipular estos alimentos. Recalentar bien la comida cocinada, hasta alcanzar la ebullición y almacenar los alimentos cocinados lo más pronto posible, preferiblemente por debajo de
Según la especialista con estos simples consejos se podrá disfrutar de un verano libre de enfermedades, cuidándose a uno y también al resto de los seres queridos.